El día 2 de noviembre se conmemora a los Fieles Difuntos. Este días suele denominarse Día de Muertos. El objetivo es orar por aquellos que ya partieron de este plano material y hacerlos “presentes” entre nosotros con agradecimiento y plenitud.
¿Qué es la muerte? ¿Dónde van los que mueren?
Bert Hellinger decía que “los muertos no están muertos, están en otra dimensión”. Y Krishnamurti escribía: “morimos a lo conocido, morimos a lo aparente para nacer a lo real”.
Para algunos, la muerte es un acabamiento, un final; para otros, es el comienzo. Unos hablan de una transición, y otros de una transformación. Sea como sea, la muerte se nos presenta y la practicamos a diario: cuando nos dormimos o cuando respiramos…
Preocuparse por la muerte es un absurdo. De lo que no está en mis manos, ¿para qué pre-ocuparse? La muerte llega, se presenta, la aceptemos o no.
Aceptar la finitud material es esencial: tengo fecha de caducidad, aunque no sepa dónde, cuándo, cómo ni por qué. Ante la muerte somos impotentes, “nos damos cuenta de lo pequeños que somos y lo expuestos que estamos ante lo último”. (B. Hellinger)
Ahora bien, ¿mi finitud material implica mi finitud total?
“Los muertos están tanto presentes como separados de nosotros. Nos dejan libres cuando los recordamos con amor, mirando a pesar de todo, también hacia adelante. Al mirar hacia adelante, también nosotros los dejamos libres”. Bert Hellinger
De ahí la necesidad de no dejar asuntos inconclusos antes de la partida nuestra o de otros. Y eso para que tú seas libre de mí y yo de ti. Para poder tener paz, pues soltamos todos nuestros pensamientos sobre el otro. Soltamos los pensamientos sobre lo quedeseábamos hubiese ocurrido entre los dos.
Por eso me despido de esos pensamientos expectativos y/o reclamantes. Me lleno de amor, respeto y asiento a lo que fue con total agradecimiento. Y esto no es resignación, es liberación.
¿Qué nos queda a quienes seguimos vivos? Nos queda la vida, mientras dure. Nos queda la sintonía con lo que es, lo que será y cómo será. Nos queda vivir aquí y ahora, en el presente, el único momento posible.
Observo por la calle a muchas personas “muertas”, muertos vivientes, muertos en vida. Aquellos que se quedaron en el pasado, o aquellos que “siguieron” a sus muertos.
Las Constelaciones Familiares nos ayudan a ver nuestra posición ante la muerte y la vida, y, con su despliegue, dejar a los muertos en su lugar y nosotros ocupar el nuestro (en la vida).
Escrito por: Mª del Pilar Sánchez López (Yaocihuatl)