La palabra trauma, por lo general nos lleva a una activación del sistema nervioso, ya que cuando decimos “trauma”, estamos nombrando de manera implícita o explícita, situaciones de vida que implican dolor, carga, dificultades, perdidas, shock, duelos, marcas y bloqueos, entre otras.

Lo primero que me gustaría destacar, como dice el Dr Peter Levin el creador de SE (Somatic Experiencing un método para restaurar y renegociar las huellas del trauma), que el trauma o mejor dicho nuestras experiencias de vida que han dejado huellas traumáticas, no son una condena, ni una fijación al dolor, sino más bien una posibilidad para crecer y evolucionar,  de modo que podemos rastrear, contener, abrazar, restaurar  y  sanar las huellas de esas experiencias.

Trabajar sobre las huellas del trauma es un camino de restauración, transformación, esperanza y de nuevas posibilidades. Es crear un futuro nuevo, disolviendo patrones de repetición a fijaciones no procesadas o no integradas. Hablar de trauma, no es hablar necesariamente de los hechos en sí mismos, sino más bien de las huellas que han dejado en nuestro ser y en la red invisible de inteligencia del sistema nervioso y su posibilidad de autorregularse. Estas huellas afectan a nuestro sistema fisiológico, cognitivo, emocional, relacional y espiritual.  Así, al trabajar sobre ellas le hacemos espacio para procesarlas e integrarlas.

Crear un contexto y espacio seguro en el grupo, es la condición primera para procesar estas huellas.  A partir ejercicios de autorregulación y meditación contemplativa, podemos ir sintonizando al grupo en experiencias de conexión, presencia, cohesión y coherencia grupal para acompañar con respeto y amor los procesos de integración y sanación de cada uno.

Las constelaciones familiares desarrolladas por Bert Hellinger y los ejercicios sistémicos nos posibilitan un recurso magnifico para espacializar y hacer visible el “mundo interno y las dinámicas invisibles” de una persona. De este modo podemos poco a poco ir haciéndole lugar a las vivencias congeladas o inconclusas, haciendo espacio a los sentimientos y las palabras, integrando lo excluido y agradeciendo por ser parte de este proceso de sanación.

Son nuestros cuerpos, con las sensaciones sentidas y las percepciones, el que nos guían, como dice este proverbio “El cuerpo es la costa en el océano del Ser” Proverbio Sufi. El cuerpo en todas sus dimensiones, es un espacio donde habitan las memorias transgeneracionales, nuestras propias memorias, vivencias y sus recuerdos. En el cuerpo es el espacio donde se interrelacionan nuestros sentimientos, emociones, imágenes, comportamientos, pensamientos, sentido de trascendencia y la dimensión espiritual.

Es allí en el territorio del cuerpo en todas sus dimensiones, que vamos a hacer espacio para abrazar individualmente y como grupo los emergentes y los procesos de sanación. Desde esta perspectiva el cuerpo en sus múltiples dimensiones se convierte en el espacio donde se vive le trauma, donde se retiene, donde se procesa y donde se sana.

Las huellas del trauma nos proporcionan una oportunidad para una profunda transformación. La psicología positiva lo conceptualiza como experiencia de crecimiento post traumático, donde las personas más resilientes tienden a tener un desarrollo espiritual como efecto de ese crecimiento post traumático. En estas huellas podemos encontrar fragmentos del pasado congelado, disociado o no integrado. Es así como el pasado se manifiesta en el presente como aquello que quedo sin integrar, sin procesar, que no tuvo su lugar. Darnos la oportunidad de encontrar la reconciliación e integración nos posibilita completar lo que estaba inconcluso y de este modo el pasado puede ser pasado y el futuro pueden llenarse de nuevas posibilidades.

Existe un principio básico de la teoría sistémica, que es “todo es relación”, y en el Universo todo es relación. En lo macro y en lo micro. Las huellas de trauma muchas veces pueden afectar los distintos niveles de relación con uno mismo, con los otros, con el medio, con lo Sagrado.

Es por esto que el proceso de restauración del trauma necesita darse en un contexto relacional seguro y contenedor. Para que algo sane necesita que entren nuevamente en relación las partes fragmentadas o excluidas.

En el trabajo con Constelaciones Familiares podemos crear un espacio seguro y sanador para restaurar y procesar aquellas memorias de traumas, como los movimientos de amor interrumpido, los traumas de guerra, perdidas tempranas, migración, accidentes, abusos, violaciones, y duelos congelados entre tantas otras.

La sanación de las huellas del trauma es un proceso al cual es posible acceder. Esta en profunda relación con la conciencia de cuerpo y la posibilidad de completar respuestas incompletas para nuestro sistema nervioso, en sus dimensiones del sistema somático, emocional, mental y espiritual. Facilitamos procedimientos para que las personas puedan completar esas respuestas incompletas o bloqueadas.

Es un proceso donde se inicia el camino de la integración de la partes fragmentadas, olvidadas, disociadas, congeladas. Acompañamos con una actitud de respeto, conexión y presencia el proceso de integración, descongelamiento, completando respuestas, y llevando la conciencia al cuerpo, a las sensaciones, a la neurocepción tri focal y a las descargas necesarias, en los planos físicos, mentales, emocionales y /o espirituales.

Cuando las personas van creciendo y desarrollándose a través de sus actitudes de autocuidado y tareas de cuidar o acompañar a otros, algo muy importante sucede. Se pone en marcha un movimiento esencial y expansivo, que va desde el sí mismo hacia el otro, un acto social de cuidar, de ayudar, para desplegar gestos de gentileza y poder construir lazos solidarios y cooperativos. Fenómeno que ayuda a restaurar los efectos del trauma individua, familiar y social, ya que va creando un espacio seguro y de posibilidades para los movimientos de sanación.

Podemos crear una cultura para poder sostenernos, vernos, sentirnos y escucharnos. De este modo crean estados más profundos de presencia y conexión, haciendo espacio a los recursos de autorregulación y las fuerzas sanación.

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Gustavo Francisco Rodio

Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta. Constelador Familiar.

 

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